22 ago 2025

Puerta a puerta: el espejismo de Bildu


En los últimos dias, Arnaldo Otegi (EH Bildu) presumía de los buenos resultados del sistema de recogida puerta a puerta en los municipios donde gobierna. En pueblos pequeños como Usurbil, con apenas unos miles de vecinos, la cifra de reciclaje supera el 80 %. Pero la pregunta es evidente: ¿esos datos sirven de ejemplo para el conjunto de Euzkadi?

Comparemos. En un barrio como Indautxu, en Bilbao, viven más personas que en muchos de esos pueblos juntos. Allí resulta imposible colgar decenas de cubos en las fachadas de edificios con más de 28 vecinos, como se hace en pueblos pequeños. El simple volumen de contenedores lo convierte en un despropósito.

Tampoco las viviendas ayudan: en una ciudad, los pisos suelen ser reducidos y no tienen espacio suficiente para almacenar varios residuos durante días hasta que toca sacarlos. Lo que en un caserío o vivienda unifamiliar es manejable, en un piso de 60 metros cuadrados es inviable.

A ello se suma un factor clave: los costes operativos. El puerta a puerta exige más personal, más vehículos, mayor gasto en seguimiento e inspecciones y un despliegue burocrático permanente. Lo que en un municipio pequeño puede ser asumible, en una capital se convierte en un gasto desproporcionado para unos resultados discutibles.

Y no olvidemos la experiencia de hace años en Gipuzkoa: el rechazo social fue tan grande que contribuyó a que Bildu perdiera la Diputación. Aquel experimento generó incluso un fenómeno grotesco: el llamado “turismo de basura”, con vecinos llevando sus bolsas a pueblos cercanos que no tenían puerta a puerta para librarse de la incomodidad del sistema.

La realidad es clara: el puerta a puerta solo funciona en comunidades pequeñas y homogéneas, donde el control social y la implicación vecinal son mayores. En las grandes urbes se convierte en un modelo imposible, incómodo, caro e impopular. Pasaia lo demostró: las protestas obligaron a retirarlo.

Bildu vende como triunfo un modelo limitado, útil como escaparate político, pero sin viabilidad en Bilbao, Donostia o Vitoria. El futuro del reciclaje en Euzkadi pasa por otras vías: el quinto contenedor, sistemas inteligentes de control y, sobre todo, una auténtica educación ambiental.

El puerta a puerta se ha convertido para Bildu en un símbolo ideológico, una bandera que agitan para marcar perfil, aunque la realidad demuestre sus carencias. Más que una solución práctica al reciclaje, es un ejercicio de propaganda verde que ignora las necesidades reales de las grandes ciudades y castiga a los vecinos con incomodidades y sobrecostes. Una vez más, la ideología por encima de la eficacia.


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