Puerta a
puerta: el espejismo de Bildu
En los últimos dias, Arnaldo Otegi (EH Bildu) presumía de los buenos resultados del sistema de recogida puerta a puerta en los municipios donde gobierna. En pueblos pequeños como Usurbil, con apenas unos miles de vecinos, la cifra de reciclaje supera el 80 %. Pero la pregunta es evidente: ¿esos datos sirven de ejemplo para el conjunto de Euzkadi?
Comparemos. En un barrio como Indautxu, en
Bilbao, viven más personas que en muchos de esos pueblos juntos. Allí
resulta imposible colgar decenas de cubos en las fachadas de edificios con
más de 28 vecinos, como se hace en pueblos pequeños. El simple volumen de
contenedores lo convierte en un despropósito.
Tampoco las viviendas ayudan: en una ciudad, los
pisos suelen ser reducidos y no tienen espacio suficiente para almacenar varios
residuos durante días hasta que toca sacarlos. Lo que en un caserío o vivienda
unifamiliar es manejable, en un piso de 60 metros cuadrados es inviable.
A ello se suma un factor clave: los costes
operativos. El puerta a puerta exige más personal, más vehículos, mayor
gasto en seguimiento e inspecciones y un despliegue burocrático permanente. Lo
que en un municipio pequeño puede ser asumible, en una capital se convierte en
un gasto desproporcionado para unos resultados discutibles.
Y no olvidemos la experiencia de hace años en Gipuzkoa:
el rechazo social fue tan grande que contribuyó a que Bildu perdiera la
Diputación. Aquel experimento generó incluso un fenómeno grotesco: el llamado “turismo
de basura”, con vecinos llevando sus bolsas a pueblos cercanos que no
tenían puerta a puerta para librarse de la incomodidad del sistema.
La realidad es clara: el puerta a puerta solo
funciona en comunidades pequeñas y homogéneas, donde el control social y la
implicación vecinal son mayores. En las grandes urbes se convierte en un modelo
imposible, incómodo, caro e impopular. Pasaia lo demostró: las protestas
obligaron a retirarlo.
Bildu vende como triunfo un modelo limitado, útil
como escaparate político, pero sin viabilidad en Bilbao, Donostia o Vitoria.
El futuro del reciclaje en Euzkadi pasa por otras vías: el quinto contenedor,
sistemas inteligentes de control y, sobre todo, una auténtica educación
ambiental.
El puerta a puerta se ha convertido para
Bildu en un símbolo ideológico, una bandera que agitan para marcar perfil,
aunque la realidad demuestre sus carencias. Más que una solución práctica al
reciclaje, es un ejercicio de propaganda verde que ignora las
necesidades reales de las grandes ciudades y castiga a los vecinos con
incomodidades y sobrecostes. Una vez más, la ideología por encima de la
eficacia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario