Bakio opta por suprimir festejos antes que reforzar la seguridad
EH Bildu
prioriza la cancelación del espectáculo de DJ del 29 de agosto ante posibles
altercados
El Ayuntamiento de Bakio, gobernado desde el 2019
por EH Bildu con Amets
Jauregizar como alcaldesa, ha tomado una decisión que marca un punto de
inflexión en la programación festiva de San Joan Doloz: eliminar el
espectáculo nocturno del 29 de agosto, tradicionalmente uno de los días con
mayor afluencia juvenil, ante el temor de que se repitan episodios violentos
como los vividos en años anteriores.
Se trata de una medida poco habitual en el
contexto de las fiestas patronales de los municipios vizcaínos, donde, a pesar
de que se producen incidentes esporádicos, no suele optarse por suspender
eventos, sino por reforzar la presencia policial y los protocolos preventivos.
Reconocimiento
de falta de control
La decisión, que el Consistorio justifica como un
paso “para reforzar la seguridad ciudadana”, encierra sin embargo un reconocimiento
implícito: las instituciones locales admiten que no son capaces de
garantizar un entorno seguro durante esa noche. “Se han producido varias
agresiones machistas y también peleas que han arruinado el ambiente festivo”,
indican desde el Ayuntamiento, en una declaración que subraya la gravedad de
los incidentes pero también su repetición sin una respuesta eficaz en años
anteriores, por parte de la misma institución gobernada por EH BILDU
El mensaje es claro: en lugar de reforzar el
dispositivo de seguridad, se opta por suprimir el evento. Esta
alternativa, la más drástica, no ha sido aplicada en otros municipios del
entorno, donde las respuestas institucionales ante la violencia festiva han
pasado por reforzar cuerpos de policía local, ampliar la vigilancia o
coordinar actuaciones con la Ertzaintza.
¿Una cuestión
de prioridades?
Esta situación genera un debate político y
social: ¿Es aceptable renunciar a un acto festivo si no se está dispuesto a
garantizar su seguridad? ¿No es más lógico invertir en protección y vigilancia
para impedir que unas pocas personas arruinen el derecho de la mayoría a
celebrar pacíficamente?
Un precedente
preocupante
Lo ocurrido en Bakio puede sentar un
precedente preocupante: la renuncia preventiva a un festejo por temor a
disturbios. Esta decisión, adoptada bajo la premisa de la protección, puede
ser leída como un fracaso preventivo y de seguridad, pero también como un
mensaje de debilidad institucional.
La ciudadanía de Bakio, como la de cualquier otro
municipio, tiene derecho a disfrutar de sus fiestas con seguridad. Si la
respuesta institucional ante la violencia es eliminar los espacios de
convivencia en lugar de garantizar su seguridad, el retroceso social es
evidente.
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