Aste Nagusia: del espacio público al cortijo ideológico
A las puertas de la Aste Nagusia bilbaína, el Arenal volverá a transformarse en el reino de las txosnas, gestionadas por asociaciones integradas en Bilboko Konpartsak. Un año más, el decorado y la estética seguirán el mismo guion ideológico de siempre: mensajes y símbolos que poco tienen que ver con una fiesta plural y mucho con la propaganda política. Todo ello en un espacio público que debería ser de todos y que, sin embargo, se convierte en escaparate exclusivo de una determinada corriente.
Más preocupante aún es la oposición sistemática a que la Ertzaintza entre en el recinto festivo para garantizar la seguridad y el orden. Un veto que no es nuevo y que responde a una lógica política: Bilboko Konpartsak actúa como satélite de EH Bildu, replicando en Bilbao lo que ocurre en otras localidades bajo su influencia, donde la calle se concibe como territorio propio y no como patrimonio común.
La cuestión es si esta cesión tácita del espacio público a una organización con un sesgo tan evidente es compatible con la idea de una ciudad abierta e inclusiva. ¿O acaso la libertad y la seguridad de todos los bilbaínos son secundarias frente a la comodidad de unos pocos?
Porque una cosa está clara: para la izquierda abertzale, la calle es suya. El problema es que, mientras ellos marcan las reglas, el resto de los ciudadanos acaban jugando como invitados… y en campo ajeno.
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