Urdaibai no es un lienzo: un Guggenheim aquí sería un error histórico
Humildemente siempre he pensado que el Guggenheim de Bilbao fue un acierto irrepetible. He disfrutado en este enclave muchos años de mi vida, (Kanala, Laida, Antzoras, Akorda, Laga, etc etc, Sukarrieta, Bermio etc), Por lo que me considero habilitado para poder dar opinion sobre el proyecto Guggenheim Urdaibai.
El discurso promete “desarrollo cultural” y “atracción de talento”, pero las bases materiales hoy no están: vecinos y agentes locales llevan meses advirtiendo que faltan agua, transporte y parkings antes de pensar en más turismo; piden reglas claras, participación real y que no se desdibuje la identidad de la comarca. No se puede empezar la casa por el tejado.
Además, la financiación no está asegurada. El propio viceconsejero de Cultura ha reconocido que aún no se sabe si habrá partida presupuestaria para el proyecto; se habla de proceso de escucha y de desinformación, pero la conclusión operativa es sencilla: no hay números cerrados. sin numeros no hay proyecto serio
Cuando sí hablamos de números, los que han trascendido no son menores: estudios difundidos cifran el coste en torno a 130 millones de euros (obra, equipamientos y honorarios). Antes de pedir chequera pública, hay que explicar con rigor coste/beneficio, riesgos ambientales y costes de oportunidad: ¿qué dejamos de hacer en Busturialdea y Bizkaia si destinamos este dinero aquí?
Y frente al relato del “vacío cultural”, existe un activo de primer nivel en la propia reserva: el Urdaibai Bird Center, referente en ciencia ciudadana, educación ambiental y turismo de naturaleza bien entendido. Ese modelo demuestra que se puede generar valor sin hormigón y sin deteriorar el hábitat que nos hace únicos.
No es una batalla entre “modernidad” y “conservadurismo”. Es una cuestión de prioridades públicas y coherencia: si Urdaibai es reserva, actuemos como si lo fuera. Primero restaurar ecosistemas, ordenar la presión turística y reforzar servicios básicos; después, si los números cuadran y el territorio lo avala, ya hablaremos. Hasta entonces, un Guggenheim en Urdaibai suena más a titular que a proyecto responsable.
Urdaibai no necesita un icono arquitectónico; Urdaibai ya es el icono. Si de verdad creemos en la sostenibilidad, demostremos que sabemos decir “no” cuando toca.
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