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La subida de tipos acelera el ajuste y aboca a la economía a un estancamiento duradero
"La subida de tipos es la puntilla para la economía española". Así, sin tapujos, se expresa Ángel Laborda, director de coyuntura de Funcas, el servicio de estudios de las cajas de ahorros. Su impresión la comparte un miembro del Banco de España que prefiere guardar el anonimato. "Se va a acelerar el ajuste, principalmente por dos vías: un deterioro todavía más intenso de las expectativas y una contracción más acusada del consumo", asegura este alto funcionario.
Y esto el resto.
La subida de tipos acelera el ajuste y aboca a la economía a un estancamiento duradero
"La subida de tipos es la puntilla para la economía española". Así, sin tapujos, se expresa Ángel Laborda, director de coyuntura de Funcas, el servicio de estudios de las cajas de ahorros. Su impresión la comparte un miembro del Banco de España que prefiere guardar el anonimato. "Se va a acelerar el ajuste, principalmente por dos vías: un deterioro todavía más intenso de las expectativas y una contracción más acusada del consumo", asegura este alto funcionario.
Y esto el resto.
Lo peor, con todo, no es eso. Ambos coinciden con el consenso del mercado
-pese al repunte bursátil de ayer- y están convencidos de que el Banco Central Europeo (BCE) dará una nueva vuelta de tuerca a su política monetaria antes de que acabe el año, lo que supondría situar los tipos en el 4,5%, la tasa más elevada desde el lanzamiento de la unión monetaria.
La parte positiva, según el funcionario del banco central, radica en que esa estrategia de política monetaria permitirá reconducir la inflación hacia tasas más razonables, siempre con el permiso de los precios del petróleo, que ayer se movieron en el entorno de los 146 dólares barril. Aunque no de forma inmediata. Funcas todavía no ha revisado sus últimas previsiones -lo hará a mediados de este mes-, pero hoy trabaja con la idea de que el IPC se situará cerca del 6% en los meses de agosto y septiembre (en torno al 5,8%).
Como se puede observar, mucha inflación para una economía que en el segundo trimestre de este año rozará el estancamiento. En términos intertrimestrales, el crecimiento se situará entre el 0% y el 0, 1%, lo que significa coquetear con la recesión. 'Ahí está la paradoja', sostiene Laborda, que en pleno ajuste económico la inflación no deja de subir'. A esto se le llama 'estanflación', pero el director de coyuntura de Funcas no cree que se alcance ni de lejos los niveles de la segunda mitad de los años 70, cuando el por entonces presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, decidido a coger el toro por los cuernos, subió de forma intensa los tipos de interés y restringió de forma intensa la liquidez del sistema para controlar la escalada de los precios. Al final lo consiguió, pero metiendo a EEUU en una recesión de la que no se recuperó hasta años después.
Una política monetarista
Esa estrategia 'monetarista' -salvando las distancias entre ambos periodos- es la que ahora parece haber abrazado el BCE, preocupado por la merma de competitividad que supone para las exportaciones europeas el persistente aumento de los precios (el IPC comunitario se encuentra en el 4%). La parte negativa de esa estrategia monetaria es que el euro se aprecia respecto al resto de monedas, pero la experiencia de los últimos años (fundamentalmente a causa de las deslocalizaciones industriales) ha demostrado que los grandes exportadores europeos han sido capaces de mantener cuota de mercado a nivel mundial, pese a la sobrevaloración del euro en relación a los fundamentos económicos de la eurozona.
Así las cosas, lo que parece fuera de toda duda es que la subida de tipos acelerará el ajuste (por la menor renta disponible de las familias). Pero, al mismo tiempo, lo prolongará, ya que los hogares tendrán que hacer frente a mayores gastos financieros. De ahí que desde algunos ámbitos se dude de que la economía española tenga fuelle suficiente para poder salir del estancamiento a partir de la segunda parte de 2009, tal y como sostienen las autoridades económicas.
Los problemas, desde luego, no hay que vincularlos únicamente a las dificultades de los hogares para hacer frente a una subida del euribor (que ayer superó el 5,4%). Las empresas, igualmente, están muy endeudadas, como pone de relieve el hecho de que las constructoras deben a los bancos y las cajas 154.237 millones de euros, pero es que en el caso de las inmobiliarias sus compromisos financieros ascienden (datos hasta el primer trimestre) a nada menos que 311.274 millones de euros. Mientras que la industria debe 143.816 millones de euros, a los que hay que sumar los 629.482 millones que adeudan las familias por rehabilitación y adquisición de viviendas.
Cantidades elevadas que ahora hay que devolver a tipos más elevados, no solamente como consecuencia de que el precio oficial del dinero se ha incrementado, sino también por el hecho de que la crisis financiera ha encarecido los diferenciales hasta niveles desconocidos en mucho tiempo. Hay menos dinero y es, lógicamente, más caro.
-pese al repunte bursátil de ayer- y están convencidos de que el Banco Central Europeo (BCE) dará una nueva vuelta de tuerca a su política monetaria antes de que acabe el año, lo que supondría situar los tipos en el 4,5%, la tasa más elevada desde el lanzamiento de la unión monetaria.
La parte positiva, según el funcionario del banco central, radica en que esa estrategia de política monetaria permitirá reconducir la inflación hacia tasas más razonables, siempre con el permiso de los precios del petróleo, que ayer se movieron en el entorno de los 146 dólares barril. Aunque no de forma inmediata. Funcas todavía no ha revisado sus últimas previsiones -lo hará a mediados de este mes-, pero hoy trabaja con la idea de que el IPC se situará cerca del 6% en los meses de agosto y septiembre (en torno al 5,8%).
Como se puede observar, mucha inflación para una economía que en el segundo trimestre de este año rozará el estancamiento. En términos intertrimestrales, el crecimiento se situará entre el 0% y el 0, 1%, lo que significa coquetear con la recesión. 'Ahí está la paradoja', sostiene Laborda, que en pleno ajuste económico la inflación no deja de subir'. A esto se le llama 'estanflación', pero el director de coyuntura de Funcas no cree que se alcance ni de lejos los niveles de la segunda mitad de los años 70, cuando el por entonces presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, decidido a coger el toro por los cuernos, subió de forma intensa los tipos de interés y restringió de forma intensa la liquidez del sistema para controlar la escalada de los precios. Al final lo consiguió, pero metiendo a EEUU en una recesión de la que no se recuperó hasta años después.
Una política monetarista
Esa estrategia 'monetarista' -salvando las distancias entre ambos periodos- es la que ahora parece haber abrazado el BCE, preocupado por la merma de competitividad que supone para las exportaciones europeas el persistente aumento de los precios (el IPC comunitario se encuentra en el 4%). La parte negativa de esa estrategia monetaria es que el euro se aprecia respecto al resto de monedas, pero la experiencia de los últimos años (fundamentalmente a causa de las deslocalizaciones industriales) ha demostrado que los grandes exportadores europeos han sido capaces de mantener cuota de mercado a nivel mundial, pese a la sobrevaloración del euro en relación a los fundamentos económicos de la eurozona.
Así las cosas, lo que parece fuera de toda duda es que la subida de tipos acelerará el ajuste (por la menor renta disponible de las familias). Pero, al mismo tiempo, lo prolongará, ya que los hogares tendrán que hacer frente a mayores gastos financieros. De ahí que desde algunos ámbitos se dude de que la economía española tenga fuelle suficiente para poder salir del estancamiento a partir de la segunda parte de 2009, tal y como sostienen las autoridades económicas.
Los problemas, desde luego, no hay que vincularlos únicamente a las dificultades de los hogares para hacer frente a una subida del euribor (que ayer superó el 5,4%). Las empresas, igualmente, están muy endeudadas, como pone de relieve el hecho de que las constructoras deben a los bancos y las cajas 154.237 millones de euros, pero es que en el caso de las inmobiliarias sus compromisos financieros ascienden (datos hasta el primer trimestre) a nada menos que 311.274 millones de euros. Mientras que la industria debe 143.816 millones de euros, a los que hay que sumar los 629.482 millones que adeudan las familias por rehabilitación y adquisición de viviendas.
Cantidades elevadas que ahora hay que devolver a tipos más elevados, no solamente como consecuencia de que el precio oficial del dinero se ha incrementado, sino también por el hecho de que la crisis financiera ha encarecido los diferenciales hasta niveles desconocidos en mucho tiempo. Hay menos dinero y es, lógicamente, más caro.
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